Otro mes más llegó y de nuevo, por enésigimésima (sí, con dos acentos va) vez me tocó ir a cobrar al colegio.
El mes pasado ella estaba en el entrepiso suplantando a la secretaria de ese puesto así que cuando entré y la vi ahí me sorprendió, le pregunté qué había pasado, me explicó y me dijo que me pagaba el chico arriba. Yo un amargo total, en vez de acercarme a saludarla (encima estaba sola), un muerto, seguí para el primer piso. Ya arriba, registré la pelotudez cometida, la negligencia de mi parte y me propuse (esaaaaa!!?!) acercarme, darle el tradicional beso (o sea, ella se pasa de mostrador y me besa y yo no me acerco 5 metros a su escritorio? naaah, una vergüenza, un oprobio, indignante realmente) y hablar algo, por ejemplo del hecho de que estaba con anteojos, cosa que no había visto antes en ella.
Obviamente, bajé y estaba con una chica sentada del otro lado de su escritorio y encima hablando por teléfono así que hubo despedida con la mano a la distancia. Tarareando "From a Distance" de Bette Midler en mi mente, bajé y me fui a la mierda.
Y volviendo a este mes, en esta semana con problemas de salud (nada grave pero teniendo que ir a médicos y hacer análisis) y con decepciones laborales patéticas, lo que menos me preocupaba era lo que pudiese llegar a suceder en el colegio. A esta altura ya estaba curado de espanto.
Llegué tarareando en mi mente "Heading for a fall" de Vaya con Dios y esta vez todo era normal, en el entrepiso estaba la señora de siempre, aunque pasé incluso más tarde que el mes pasado. Se respiraba un clima de quietud en el colegio. Subí a la oficina y... ¡estaba sola! CHAN (¿?). De espaldas, en medio del silencio. O sea, la situación esperada, sin interferencias humanas (salvo la propia humanidad de uno, ja ja). La saludé, vino y me dio el beso al que ya me acostumbró y en medio de un silencio sepulcral fue a buscar la plata y yo la esperé petrificado (ahí a 2,5 metros, o sea, se podía hablar tranquilamente). Volvió, me pagó, le agradecí, la despedí y bajé, ya asumiendo que la cosa era así, realmente no tenía ni ganas de someterme a presiones o situaciones de difícil resolución...
Salí y seguí cobrando las 3 ó 4 que me quedaban antes de irme a almorzar y pensando en que si en estas circunstancias no le decía nada, pues ya chau, fue. Sólo quedaba fantasear con esas situaciones novelezcas azarosas en las que el destino se complota para que los protagonistas entrecrucen sus destinos y todas esas pelotudeces rosas.
Y volé mal mientras caminaba, pensando en que ella, como ya eran tipo la 1 de la tarde, capaz salía a esa hora y justo se tomaba el mismo colectivo que yo. Me tenía que tomar el 29 (que no tomo muy seguido) así que fantaseaba con finalmente encontrarla ahí fuera del colegio (a dos cuadras) y que se diera la situación, la famosa excusa de hablar. En la película me veía preguntándole si vivía por el lado de Barrancas, etc (como el bondi va para ese lado).
Terminé de cobrar y ya de nuevo con los pies sobre la Tierra, caminé hasta la parada. Me costó encontrarla porque sólo estaba señalada con un sticker en un palo. Esperé un minuto y divisé el 29 acercándose por la avenida. Me dispuse a tomarlo.
2 comentarios:
Debo decir que cada vez escribís mejor!
Lamentablemente no veo mejoras en el asunto de abordar a la muchacha
:(
Espero recuperes la salú!
y salu2 también!
Patto,
¡no me cargues! La cantidad de imprecaciones y lo coloquial de mi "cuasi-diario-de-viaje-elístico" me dan vergüenza propia, jaja. Pero así es mi momento, creo yo que generado por la falta de tiempo para dedicarle a las reflexiones ante el papel (o la PC en este caso).
Sobre el abordaje y las mejoras, stay tuned. A la brevedad, la parte II demostrará que todo es posible en esta vida y el límite entre fantasía y realidad es una mancha difusa...
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