miércoles, 11 de marzo de 2009

Eliberta TBO... pero no T hablo (IV)

A pesar de haber pasado un mes relativamente tranquilo, sin pensar en el futuro encuentro con Eli, cuando el día llegó todo fue igual. A pesar de haber visto aquel día que la presión no sirvió y habiendo pensado que esta vez iba a ser distinto, toda la mañana previa a la ida al colegio tuvo casi los mismos nervios que la otra vez. Es insoportable, es como jugarse la vida, adentrarse en terrenos desconocidos, y esa incertidumbre me paraliza.
El mes pasado había gastado la excusa de las vacaciones, así que este mes, lo único que se me había ocurrido era preguntarle el nombre. En mi mente, durante los días y momentos previos, siempre aparecían diálogos y formas recopadas de encarar el asunto. Con la buena onda de ella, era pan comido...
Pero todo cambió cuando llegó el momento.
En medio de los nervios entré a la oficina y ella estaba de espaldas sentada en su silla hablando por teléfono. Estaba la señora que trabaja con ella en la otra mitad de la oficina. La saludé y sin mediar palabra me quedé esperando en el mostrador a que Eli me atendiera, es como que ella se encarga de los pagos. La escuché hablar por teléfono y hablaba de la misma forma en que me habla a mí, dulce, con risitas, súpereducada. Es altamente probable que sea así en todo momento, lugar y circunstancia cuando se trata de interacciones de trabajo, independientemente de con quien. Cuando terminó de hablar dije "Hola" de nuevo porque ella no había escuchado que estaba allí. Se dio vuelta, y tal como el mes pasado se vino a saludarme del otro lado del mostrador con un beso... y lo que siguió es lastimosamente corto...
E= Hola, ¿cómo estás?
S= Bien, todo bien, ¿vos?
E= Todo bien. 40, ¿no?
S= Sí, 40 (Eli con su sonrisa de siempre, se fue a buscar la plata (los 40$) por ahí a un estante y volvió con ella, tal como cada mes)
S= Bueno, gracias.
E= Nos vemos, que estés bien (y se dirigió ya a la zona de su PC).
S= Igualmente.

... ¡¡y me fui!! Cero diálogo de nada. Cero decirle algo. Nada de preguntarle el nombre. De terror. Y es evidente que ya empezó la caída de la onda, la cresta de la ola ya pasó y no me subí. Es obvio que al no haber aprovechado los momentos ya la cosa se enfría. Y es tan linda, tiene un cuerpo, unos ojos. Hoy estaba con un flequillo que no me gustó pero es linda igual. Cambia de estilo de ropa y de peinado continuamente, tiene mil versiones diferentes. La de enero fue la mejor de todas para mí.

Seguí cobrando y, por supuesto, luego anduve hablando con viejos y viejas de la vida, de todo un poco. Con ellos no hay drama, pero con alguien con quien me encantaría charlar, alguien que me atrae, nada, me anulo.
Es verdad que estaba la señora ahí a unos metros, pero estaba todo en silencio, no había gente a que atender, dificilmente durante el año se de algo mejor que esto. Y si no hago algo en estas circunstancias, no voy a hacer nada nunca.
Cuando se dieron esas situaciones perfectas en noviembre y enero, que estaba sola y se dio de charlar, claro, tuve más tiempo y daba para decirle algo, pero es que yo aún no la había registrado como ahora. A partir del beso de enero fue que se me hizo evidente la atracción que me generaba y ahí cagué, ya la espontaneidad murió, todo se convirtió en un objetivo a alcanzar y fluir se hizo imposible. Y por más que intente engañar a mi mente diciéndole que voy a hacer lo que salga en el momento, eso se torna imposible, hace como 10 años que no paso por una situación así, por lo cual nunca puedo hacer que sea algo "normal" o pase desapercibido sin pensar. Mi coyuntura no es la habitual de la gente, entonces me cuesta naturalizar la situación.
Y lo que es clave para todo esto es la excusa. Necesito una excusa para empezar a hablar, para romper el hielo. Este mes no la tuve. Cuando estaba ahí dándole los recibos pensaba en lo del nombre y sentía que decirle de una "¿Cómo te llamás?" no daba, porque no se había originado ninguna charla esta vez después de los sonrientes "cómo estás". Me quedé como en bolas y sentí que quedaba descolgado, tipo interrogatorio la pregunta. Una cagada. La misma situación 1 minuto antes o 1 minuto después de estar en esa oficina es completamente posible, ubicada y normal, pero una vez que estoy viviéndolo, me siento que no puedo decir eso, que queda mal, que está fuera de lugar, cuando en realidad ella ya me dio la confianza de saludarse con un beso y poder conversar. Si no la tomo, es esperable que si ella tenía algún tipo de interés lo pierda.
El no tener una excusa, un tema a mano me mató, porque la ficha de la espontaneidad la perdí hace 2 meses, entonces no puedo confiar en eso. ¿Cómo recuperarla? No sé si la pueda recuperar, pero algo tengo que hacer.
Hoy sentí que se me iba todo de las manos ya y decidí al menos intentar algún encuentro "casual" no casual. Al encontrármela, ya tendría excusa, el hecho en sí ya da para hablar, que la hora que sale, que yo trabajo hasta más tarde, etc. etc., y al haberse ya visto temprano es como que se hace más fácil hacer alguna referencia a eso y ya el saludarse en ese contexto da paso a charla, no como cuando seguimos los pasos establecidos del trámite de cobrar/pagar.
Ya el mes pasado, una tarde tuve que cobrar por ahí y estuve "merodeando" a ver si la veía salir. Aquella vez fue entre 17.50 y 18.10 pero no salió nadie. Hoy anduve por ahí entre las 16.52 y 17.15 y tampoco... Salieron varios pero ella no. Habrá que seguir merodeando. (Eli, si estamos juntos en el futuro y leés esto, no, no soy un psicópata, jaaaa..., sólo quería llegar a vos)

Luego estuve pensando (¡¡ jaja, inevitable!!) y me di cuenta que aquella necesaria excusa podría ser algo mío. Yo de ella no sé nada, contando algo mío podria generar que ella cuente algo de ella y una charla. Y si siempre ese algo mío que me hace sentir cómodo es la astronomía, pues utilizarla. Es algo diferente, raro para el común de la gente, que suele generar interés.
Y ya que lo que tengo asegurado 100% en el comienzo de la interacción es el "Hola, ¿cómo estás?", pues utilizarlo también y responder por ejemplo que estoy bien porque me voy de Viaje a Mendoza y mencionar la astronomía. Recordarle que ella estuvo en Mendoza y preguntarle en qué parte estuvo (ya que ella me contó de sus vacaciones, usar esa pequeña cosa compartida). Preguntarle también si ella tiene algo así que le guste como a mí la astronomía, y si todo eso fue factible, pues dado que la charla se hace larga, sacar el tema de que estamos trabajando pero podemos seguir charlando tomando algo más relajados.
A mí me suena perfecto, pero hay que ver si en el momento me suena así o cómo me sale.
O que contexto me encuentro la próxima vez, en cuanto a gente cercana, su onda, etc etc. Ya veo que ya no me saluda más con el beso. Sería terrible.

PD: esta vez fue la opción 3 con el agregado de la señora.