sábado, 11 de agosto de 2007

Espejos - Capítulo V


Aquí concluye Espejos. Gracias por el aguante!



Cualquier similitud con la realidad puede tener que ver con ella.


ESPEJOS - V


Él le dijo que tenían que hablar. Torpemente compartieron palabras durante unos minutos, que se hicieron horas, en los que ella de repente sin explicación sintió como si el vacío desapareciera.
Él no entendía por qué ahora que iba a decirle que se separaran, se sentía tan bien. Le había hablado de Carlos y su distanciamiento y ella le dijo que lo llamara para ver qué había pasado. Le pareció un consejo muy coherente después de todo.
Sin saber qué decir, como nerviosos, siguieron charlando y ella le contó de lo mal que se sentía la madre por la muerte del viejo. Él la contuvo, casi olvidando el motivo original de la charla, embriagado por una sensación de bienestar que no recordaba haber sentido antes. Ya era de noche y los grillos no se escuchaban.

Cuando se hizo un bache en la charla, él, ya sin saber por qué lo hacía, tomó valor y le dijo que se tenían que separar, esperando la reacción de ella.
Ella escuchó las palabras tan temidas, pero esperadas a la vez. No quería separarse. Se sentía bien. No sabía por qué. Pensó en que siempre hay una resistencia a ver la realidad, y que por un impulso del momento no podía dejarse influenciar y seguir en algo que les hacía mal a ambos. Intentó explicar ese borbotón de alegría como algo que podía omnubilar la decisión correcta.
Le dijo: -"Sí, tenés razón, no da para más", a pesar de sentir todo lo contrario en ese mismo instante.
Él se quedó perplejo. Ese "sí" lo hirió hasta lo más profundo. Esperaba el "no" que salvara la relación. Esperaba que ella hiciera algo. Algo que salvara ese amor.
Ella no entendía por qué él no le refutaba su "si"... ¿No era que la amaba? Evidentemente no.
Pasaron minutos callados. El final se suponía que traería algo de liberación, pero ella se sentía ahogada, presa.
Él fue a juntar sus cosas, sin pronunciar palabra, con un llanto contenido por milenios, que no logró escapar de sus ojos.

Los dos habían sido presa de su propio silencio.

15 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bueno el cuento!!
Y en muchos es casos es real lamentablemente.
Pero cuando "ella" aparezca eso no va a pasar, esos silencios no van a tener lugar.
Saludos Seba

Unknown dijo...

Ay ay ay ... definitivamente, lo tuyo no es la literatura. Deberías seguir con tus quejas cotidianas de la vida diaria, putear contra tu vida, refunfuñar por las "viejas" que te hacen el trabajo molesto, y seguir soñando con ese amor que nunca va a llegar a menos que cambies completamente de actitud. Te repito, la literatura no es para vos, es para los que tienen un sentimiento genuino dentro.

Mariana dijo...

Seba, a mí me gustó mucho el cuento. El final me pareció un poco brusco, pero acorde con el tono que le diste a todo lo demás.

Che, no me respondiste nada. ¿Vas a aceptar mi nominación? :)

benjamin1974© dijo...

Muy coloquial lo tuyo, con un lenguaje muy al día. Me gustó mucho.
Un abrazo.

Vicky dijo...

la incomunicación es una epidemia que trasciende a todo tipo de relaciones, lamentablemnte. a veces para el silencio no hay vacuna. los sobreentendidos, los supuestos, los tácitos deberían borrarse. Si no está dicho, no existe, pero esa es una regla dificil de vivir a veces.

seguí escribiendo :)

Marcela Ordiz (AP - INTEC) dijo...

Cuando empecé a leer este ultimo capitulo, se me vino rapidamente a la cabeza una canción de Ismael Serrano que se llama "Un muerto encierras" cuenta una historia similar, pero el final es el otro.

"Él decide por fin vomitar las ideas,
ella lo sabe y tranquilamente lo espera.
Sin calma planea su fuga este preso,
ella no lo mira, no aguanta su aliento.
Ya llegó el final, y van a encontrar
en su corazón arena de desierto.

Perdida la calma, se pone muy serio,
cunde el pánico y le invade un horrible miedo.
Su boca cobarde pronuncia: "Te quiero.
No te vayas nunca, no te vayas lejos".
Y ella echa a temblar, ella echa a temblar,
ella echa a temblar: "Yo también te quiero".


Me gustó el cuento, que de cuento tiene poco, y de real bastante.

saludos!

Sebastian dijo...

"Ellos" nunca se pusieron en juego. Me desespera que haya tanta gente en esas circunstancias.
Supongo que cada uno tendrá sus limitaciones en diferentes aspectos de la vida y que unas facetas compensarán otras, pero qué de cosas se pierden por no comunicarse.
Por dar por asumidas cosas, por no hablar o por no quererse lo suficiente como para considerar que lo que uno tiene para decir es importante.
No hay final feliz si no se enfrentan las situaciones o el propio deseo. Si no se habla. Lo más triste es ver que el sentimiento está, pero no es suficiente.
Ni las situaciones extremas o la pérdida generan el cambio si la persona no lo ve y lo enfrenta.
Si no hacen algo.
Y del otro lado, ¿de qué sirve saber que te quieren o te quisieron si las manifestaciones de esos sentimientos chocan con barreras?

No dejemos de comunicarnos y expresar lo que sentimos.

Es choto cómo el incosciente responde, el estado de ánimo se modifica cuando de casualidad aplicamos el antídoto (hablar), pero si no nos damos cuenta de lo que pasa, podemos ignorar las señales y vivir en ese silencio que nos aleja de lo más importante y emotivo.

Sebastian dijo...

Florcy,
es real, el dejar pasar todo, el esperar, el no ponerse en juego pasa todo el tiempo...
Mmh, ¿"ella"?.. pero "ella" parece que callaba....

Besos.

Mariana,
y sí..., el final era anunciado, pero es que cuqluier final feliz para la apatía y el silencio era de ciencia fición, y porque esas cosas no cambian de un día para otro. Es más, pueden no cambiar nunca...
Ojalá que no sea así.

Recién me enteré de tu nominación y ya te respondí. Ya estaré "trabajando" en ello!
Besos.

Benja,
sí, casi siempre escribo como vivo, no me ato a estructuras o fomalidades. Es como soy, no pretendo ser escritor sino que uso todo esto como un medio de expresión y de canalización de sensaciones y pensamientos.
Un abrazo.

Vicky,
en efecto, se da en todos lo ámbitos. En general el común denominador son las inseguridades. Y de ahí empezamos y generamos una pelota de cosas tragadas y malentendidos que nos tapa y que nos dan una existencia chata.
El tema es que uno logre superar eso, no sólo darse cuenta sino interiorizar la conducta para cambiar la forma de relacionarse y hacerla más plena.

Besos.

Marce ( Daria en su defecto),
No siempre se trata de decir o no decir un "te quiero". Es el todo. Es la forma de relacionarse con el otro, que en definitiva es la forma de relacionarse con uno mismo.

Alfacruz dijo...

Hola Sebas.
Tu cuento me pareció excelente. Te felicito.
Es un relato que te deja pensando un rato.
Esperaré con ansias el siguiente.

Un abrazo.

Rubén

Anónimo dijo...

Lo que me parecio bueno es que resumiste una cruda realidad y se transmite en esa sensacion de vacio. Particularmente creo que es consecuente con lo que leo en tus palabras habitualmente y quizas te vea “reflejado”. El relato quizas tenga algunas cosas medias forzadas pero entiendo que contribuyen a transmitir mas que nada una sensacion y eso esta bueno. A mi me gusto eso... Ah! encima hay como una especie de bonus track en lo que vas contestando en los comments, no todos los que escriben tienen ese beneficio... Espero la proxima publicacion. Saludos!

Anónimo dijo...

Todos, quien mas quien menos, navegamos en la balbuceante corriente de pequeños sobreentendidos cotidianos.

Marlena dijo...

Era un final anunciado, y casi que merecido... Siempre me pregunto, aquellos que callan, los hacen por miedo? por comodidad?
Yo por más que quiera, no puedo callar. Lo intenté alguna vez, con temas que sabía que eran para problemas, pero a la larga me quema las entrañas y no me queda otra que escupirlo. Y me alegro de ello.
Te mando un beso grande!

Sebastian dijo...

Rubén,
Gracias. El próximo no será como éste, sino me suicido, jaa.
Un abrazo.

Malbec,
En efecto, es real y hay reflejo. Hay un poco de aquí y un poco de allá, pero no tuve que estirar mucho la mano para agarrarlo...
Quizás no se trate de tener una diarrea de palabras sino de decir lo justo y necesario en el contexto correcto.

Saludos y gracias.

Marlena,
Y si..., lo que el tiempo de silencio corroe con su paso no se reconstruye por una sola sensación positiva porque te acostumbraste a callar. Y porque el sentimiento cambió, lo dejaste ir. Por más que nadie haya tenido una "culpa" o la intención de que así fuera, se fue. Se marchitó. Las falsas presunciones, las erradas conjeturas, lo fueorn minando hasta que la imagen falsa de lo que era se tornó en real, al menos para el corazón, y, en definitiva, eso es lo que vale. Triste pero real. Y demuestra que amar no es simplemente dejar que las cosas pasen. Amar es un trabajo de cada día también. Es abonar el terreno para poder cosechar después. Es un ida y vuelta. Hay que cuidar al sentimiento. Si no, el día menos pensado, se te fue y no hay voluntad que lo traiga de vuelta.

Me alegro de que no puedas callar!

Besos.

JuanT dijo...

Me parece muy muy coherente el título del cuento, me encanta, está todo completamente lleno de sobreentendidos que no son tales, siempre buscando no decir nada para herir, terminaron hiriendose más de la cuenta. Al final, me quedó la sensación de que había demasiado orgullo de por medio, entre ambos, y que eso impedía que se desarollara la relación completamente, tal y como una buena relación debe ser.
A veces me pasa, que siento que si quiero que la cosa siga, debo bajarme de mi caballo y dejar de lado ciertas cosas que, si bien hacen a quien soy, no son lo mejor de mí, y me parece que son esas cosas que tenemos del orgullo que nos perjudican más de lo que creemos.

Muy muy buen cuento, me dejó pensando, me encantó.

Saludos, nos estamos leyendo.

Sebastian dijo...

Hola, Juan,
Yo lo veo de otra manera y doy fe de que muchas veces no se trata de orgullo. Las propias limitaciones, las inseguridades, la historia que se acarrea, te lleva a relacionarte de x manera, más allá del deseo propio. El orgullo implicaría ver, implicaría motivos. Yo creo que muchas veces la gente no ve. Si viera las cosas serían diferentes.
Creo que la autoestima juega un papel más importante que el orgullo acá.

Abrazos,
Seba